La vitivinicultura argentina enfrenta nuevos desafíos con oportunidades, grandes potencialidades y un amplio conocimiento técnico de sus fortalezas y debilidades. En este sentido, la planificación del Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) de cara a los próximos diez años marca importantes avances, hace correcciones y cristaliza logros en relación a la estrategia llevada adelante hasta el 2020. Se incorporan nuevos ejes estratégicos, objetivos y líneas de acción en pos de alcanzar un desarrollo integral de la cadena que sea sostenible a nivel social, económico y medioambiental. Siempre, sobre la base constitutiva de la diversidad de actores y regiones, pluralidad, federalismo y la articulación entre los actores públicos y privados del sector como forma de trabajo.
Sobre esta base identitaria, fue que en 2018 el Directorio de COVIAR confirmó por unanimidad la necesidad de iniciar el proceso de actualización del PEVI. Para ello, se encomendó la tarea al INTA como organismo técnico / científico para que diseñe y conduzca el proceso que comenzó a desarrollarse en 2019 y siguió durante todo el 2020, con la participación de más de 1.500 referentes de todo el país y la consulta a 55 instituciones del sector privado y público, universidades, representantes del sector gremial y organizaciones profesionales.
De este trabajo surgió una actualización de la planificación estratégica de cara al 2030 que marca avances y cambios en relación al pasado. Estos son los puntos centrales:
- Desde su gestación en los primeros años del Siglo XXI el PEVI tuvo un mayor énfasis en el mercado, con el foco de la planificación puesto solo en el vino embotellado y el jugo concentrado de uva (JUC). De cara al 2030, Argentina es un actor mucho más reconocido en el mundo por la producción de grandes vinos y el énfasis está puesto en el concepto de sostenibilidad de la vitivinicultura, abarcando una dimensión bien amplia tanto en lo económico, como en lo social y lo ambiental.
- El PEVI2030 reconoce y le da una importancia estratégica al desarrollo del Turismo del Vino con una dimensión nacional, algo impensado hasta hace algunos años y nunca contemplado en la anterior planificación. Hoy en el Turismo del Vino se reconoce una herramienta fundamental para el desarrollo de la vitivinicultura y el fortalecimiento de la marca país.
- Hasta el 2020 se trabajó con metas cuantitativas (facturación y porcentaje de participación en el mercado mundial de vinos) ambiciosas como elemento movilizador del sector. Ahora se incorporan valores (pluralidad de voces y respeto a la diversidad de actores y regiones) y se trabaja con metas comerciales pero basadas en indicadores que serán monitoreados anualmente y rediscutidos en forma sectorial cada tres años para detectar eventuales desviaciones.
- La planificación se fija, además, un horizonte más corto. Se diseñó una estrategia para los próximos diez años, atendiendo los cambios vertiginosos y las nuevas tendencias que se dan en el mundo.
- Sobre la base de una ley nacional 25.849 que lo respalda, la actualización del PEVI incluye en la planificación estratégica a todos los productos vitivinícolas y a la cadena completa de producción de la vid, incluso al turismo. Dando así una mayor participación a sectores y regiones de la Argentina que se suman al entramado institucional que distinguen a la vitivinicultura nacional.
- La nueva estrategia para los próximos diez años de la vitivinicultura hoy cuenta con un capital humano y técnico consolidado y estructuras de análisis estadístico (el Observatorio Vitivinícola Argentino), que cuenta con un mayor conocimiento del consumidor y que puede ir identificando fortalezas y oportunidades por sectores, productos y regiones vitivinícolas.
- La planificación al 2030, fruto del consenso y la participación abierta a todos los sectores y actores de la cadena, es una instancia abierta y flexible. Constantemente abierta al diálogo y a la discusión por regiones, quienes serán los que irán analizando y priorizando las acciones a seguir en función de los objetivos estratégicos trazados.